viernes, 31 de julio de 2009

Un mágico enero te vio sonrojarte ante el cielo; las nubes y las estrellas acompañaban tus vuelos inocentes al compás de tus latidos. Repentinamente, en un otoño un alma extraña te cortó las alas, encadenándote a esta naturaleza incoherente y así abandonaste el viento y tu pequeño cuerpo se poso sobre la tierra, para luego volar hacia otros horizontes, enjaulando sentimientos ajenos y dejando atrás el pasado.

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