Suave viento recorren nuestra piel y erizan nuestras almas. Nuestros pensamientos se mezclan en un eterno atardecer sin final, nuestros deseos se funden en el ocaso de nuestras palabras y nuestras mentes comienzan a suponer que nuestros labios se entrelazaran en algún sueño de nuestro inconsciente.
De pronto la noche lentamente nos sorprende y volves a escurrirte, como siempre, bajo tus dudas y tus miedos, mientras yo vuelvo a caer y abrazarme a mi soledad.
viernes, 31 de julio de 2009
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